Entre el sonido de las carretillas, el movimiento de pallets, y el vaivén de los camiones que vienen y van, late el esfuerzo y la dedicación de un equipo que hace posible que cada caballete de madera de Astigarraga Kit Line llegue a su destino. Cuatro nombres destacan en esta historia: Manolo Pozo, Félix Murillo, Jon Izagirre ‘Attola’ y Olatz Alkorta.

Mucho más que compañeros en el departamento de logística. Son el reflejo de cómo la experiencia, la templanza, la juventud y el compromiso se unen para formar el cuarteto que prepara los pedidos que realizan los distribuidores de Astigarraga Kit Line, cargando los pallets de caballetes en los camiones y asegurando su llegada a cada rincón de Europa.

Entre Manolo, Félix, Attola y Olatz, sus trayectorias dibujan un mosaico de lo que significa formar parte de una empresa que lleva cuatro décadas liderando la fabricación de caballetes, que diseña y produce mobiliario de madera maciza y que ha evolucionado desde sus raíces más artesanales hasta una producción más optimizada y moderna.

Manolo acaba de colgar el uniforme y se jubila, tras 39 años de dedicación en Astigarraga Kit Line. Félix lleva cinco años y medio, tres de ellos en logística, aprendiendo a la vera de Manolo. Attola, con 26 años, es el más joven, y toma el relevo de quien se va. Y Olatz suma 22 años de experiencia en la empresa. Sus tres compañeros de logística dicen de ella que es “nuestra salvavidas”.

De izquierda a derecha, Olatz Alkorta, Félix Murillo, Jon Izagirre ‘Attola’ y Manolo Pozo.

Manolo Pozo: el legado de 39 años de experiencia

Su rostro no muestra los signos del tiempo. De aspecto juvenil, siempre de buen humor y con un don de gentes y de palabra especial, Manolo se ha pasado casi cuatro décadas entre caballetes. Ha sido testigo de cambios tecnológicos, ajustes en los procesos de producción y, sobre todo, de muchas vivencias.

Manolo recuerda aquella época, allá por 1985, en la que los caballetes se hacían de manera artesanal: “No había maquinaria. Los montábamos  a mano, desde el encolado hasta el último tirafondo con el que se colocaba el compás”. Ahora que todo está automatizado, revive aquellos años cosiendo caballetes a mano, un trabajo que realizó durante 16 años. Porque hace 23 asumió un nuevo desafío: liderar el departamento de logística, un área que ni siquiera existía entonces. ¿Y qué se hace aquí?

Manolo Pozo, todo un relaciones públicas y comunicador nato, siempre sabe cómo conectar con las personas y transmitir confianza.

Las máquinas han traído precisión y rapidez, y la tecnología ha facilitado mucho el trabajo. “Gracias a Spyro ERP, está todo documentado y  organizado. A través de este software de gestión, recibimos los pedidos de los distribuidores, los revisamos y los preparamos”, resume Manolo así el trabajo diario en logística.

“Por un lado, están los camiones directos. Consiste en coger del stock y cargar directamente. Y por otro lado, el cross-docking. Esos pedidos los tenemos que preparar nosotros. Después, elaboramos la documentación y los albaranes. Hay que rellenar el control de mercancía por carretera, si va al extranjero o el albarán del transporte, si el envío es nacional. Y lo último es utilizar la carretilla elevadora para cargar los pallets y subirlos a los camiones”, explica.

Pero no siempre ha sido así, cuando la tecnología no lo hacía todo y cada tarea se hacía a mano. “Cuando yo empecé, estabas en una máquina, te llegaba un camión y lo cargabas. Se sacaban unos 3.000 caballetes al día, aproximadamente un camión cada dos días. Hoy en día, salen dos camiones al día, lo que equivale a unos 15.000 caballetes”, relata Manolo.

Manolo se despide tras 39 años de dedicación, dejando en manos de Attola la continuidad de su trabajo.

A Félix, que no ha compartido turno con Manolo, aunque a veces sí han coincidido, lo que más le llama la atención es cómo antaño se cargaban los camiones. “Antes lo hacíamos paquete a paquete, todo a mano y entre cuatro personas. Había casi que modificar el camión. ¡Era toda una aventura! Tardábamos horas en completar un camión, y ahora, con los pallets, todo es mucho más rápido”, recuerda Manolo con una sonrisa nostálgica. “Ahora, en menos de una hora tenemos el camión listo”, le interrumpe Félix.

Manolo destaca cómo la empresa ha crecido y evolucionado a lo largo de los años, pero los valores permanecen intactos. Lo que más aprecia de su tiempo en Astigarraga Kit Line no es el progreso tecnológico, la introducción de los pallets o la automatización de la logística, sino las relaciones humanas. “Lo que más me enorgullece de estos 39 años es haber trabajado aquí y haberme llevado tan bien con todos. Nos hablamos todos con todos”, confiesa con orgullo. Y en su recuerdo, siempre nuestro fundador, Juan Jose Astigarraga, Zurdo, con quien a principios de los 80 ya trabajaban juntos cubicando la madera: “No solo yo, todo el mundo te hablará bien de él. Se le echa mucho de menos. Era muy cercano y había una relación muy humana”.

Félix Murillo: “Hay que ser muy organizado, y más en épocas de muchos pedidos”

Félix Murillo, de 34 años, es uno de los pilares del equipo de logística. Su andadura en Astigarraga Kit Line comenzó en la planta de producción, colocando compases a los caballetes y empaquetándolos, hasta que dio el salto al almacén. En enero hará tres años y tiene claro lo que más le gusta de su trabajo: “No hay dos días iguales. Siempre hay algo nuevo que preparar y organizar”, comenta. “La parte más bonita es la autonomía de la que disfruto, no tengo a nadie encima. Puedo organizarme como mejor me parezca”, añade.

Félix Murillo valora la libertad para organizar su trabajo y la necesidad de anticiparse para que todo fluya sin retrasos.

Félix reconoce que “me agobio un poco más que Manolo”. “En este puesto hay que asumir que hay épocas en los hay mucho trabajo”, le dice Manolo. Sobre todo, en verano. “Hay momentos más difíciles, por ejemplo, de junio a septiembre se hacen muchos pedidos, hay operaciones con descuentos como la vuelta al cole, y los pedidos suben mucho ya que en septiembre tiene que estar todo listo. Además, suelen ser pedidos de cross-docking, de los que hay preparar. En un pallet pueden ir 70 caballetes Standard, 16 de 1 metro, 18 regulables, alguna encimera o Triangle. Así es que hay que paletizar”, explica Félix.

Para lidiar estos momentos más intensos de trabajo, Félix tiene las cosas muy claras de cómo tienes que ser: “Autosuficiente, muy organizado y tener autonomía”. En logística ha aprendido a manejar la presión.  “Los lunes suelo empezar preparando los pedidos del martes, día que salen los camiones para Italia, luego los de Francia… Y entre medias, gestiono los camiones directos, que son los que ya están preparados y sólo es coger y cargar, salen de la grúa de montaje ya paletizados y plastificados”, explica.

La logística no es solo cargar camiones, es preparar todo con antelación para que no haya retrasos. La clave está en anticiparse: “Siempre estoy pendiente de lo que hay que hay que enviar mañana o incluso pasado mañana, para que esté todo en orden y que los camiones no tengan que esperar”. Por eso, estar en contacto con Mikel Tximu, el encargado de producción, es esencial para que todo fluya y si falta algo, poder solucionarlo.

La relación con los transportistas es otra parte clave de su día a día. “Nos sabemos de memoria los nombres y direcciones de los clientes, aunque no los conozcamos en persona. Pero nuestra relación es con los transportistas, y la mayoría de las veces es muy buena”, afirma Félix. “Alguno de vez en cuando se enfada pero lo tenemos claro. El orden de carga se hace en base al orden de llegada”, explica.

Manolo, deportista nato y fundador de la popular carrera Raka Maratón, se deshace en halagos hacia Félix, otro deportista todoterreno que practica surf, ciclismo y montaña. “Estoy encantado con él. Es muy bueno en su trabajo. Siempre está conforme”, dice Manolo de Félix. La admiración es mutua. “Le voy a echar mucho de menos. Me ha enseñado muchísimo, no solo del trabajo en el almacén, sino también a relacionarme con la gente de la oficina y los transportistas. Le tengo mucho que agradecer”, confiesa un emocionado Félix.

Jon Izagirre, Attola: La ilusión de un nuevo comienzo

Con solo 26 años y dos en Astigarraga Kit Line, Attola representa la juventud y las ganas de aprender. Su trayectoria comenzó en la planta de producción, primero en la atornilladora poniendo compases y después, en la prensa donde se ensamblan las patas y travesaños de los caballetes. Y hace apenas dos meses asumió el desafío de reemplazar a Manolo en logística, después de sacarse el curso para manejar carretillas elevadoras.

“Cuando me dijeron que iba a pasar al almacén, sentí vértigo. Lo que menos me asustaba era el ordenador y preparar albaranes. Pero veía a Manolo y Félix cargar los camiones y pensaba: ¿Cómo voy a hacer yo eso?”, confiesa. Sin embargo, poco a poco, la práctica y el apoyo de sus compañeros le han dado la confianza necesaria.

Attola lleva dos meses pero organiza  y carga los camiones con la precisión de un puzzle.

“Igual tienes que cargar 10 pallets de un modelo de caballete, otros 10 de otro, otros 3 que son un poco más grandes. Uno lo tienes que colocar de punta, otro cruzado… Es complicado encajar los pallets en el camión. Es como si tuvieras que hacer un puzzle y eso es cuestión de práctica”, explica Attola. “Al principio, los camioneros te ven nuevo, entran y salen, te dan indicaciones y eso te pone nervioso”, añade. “Si vieras cómo hacíamos antes los pedidos… Ahora hacemos pallets perfectos, de foto”, le cuenta Manolo. “Pallets modelo”, apuntilla Félix.

Manolo, que siente una mezcla de ganas y tristeza al pasar el testigo a Attola, le advierte: “Este trabajo requiere paciencia y temple. Hay momentos que te llega todo a la vez: información, pedidos, el camión, llamadas telefónicas… Hay que mantener la calma y saber tratar con los camioneros. A veces se ponen nerviosos, pero tú no puedes perder los nervios con ellos. Hay que saber lidiar y tener mano izquierda”.

Attola valora la responsabilidad de su nuevo puesto. “Todo es nuevo pero el cambio ha sido para bien. En producción ya sentía que formaba parte de la empresa, pero en logística siento que mi trabajo tiene más responsabilidad y eso me motiva mucho”, asegura. Ha coincido con Félix y Olatz, principalmente, y alguna mañana con Manolo. Dos meses de examen de los complicados porque ha tenido que lidiar con la soledad ya que su compañero Félix ha disfrutado de sus vacaciones. Cuando te toca estar al frente y enfrentarte solo a los desafíos, es cuando más aprendes y creces. Y él lo ha superado con nota.

Olatz Alkorta: La salvavidas de Manolo, Félix y Attola

Olatz, por su parte, aporta más de dos décadas de experiencia en la empresa. Inició su camino en el barnizado del taller de mobiliario, pasó también por la fabricación de caballetes y desde hace tres años, desempeña un papel clave en logística. Trilliza, madre de gemelos y con jornada reducida, tiene «mucha casta» –lo subraya Manolo-, un atributo que solo los más veteranos reconocen enseguida.

Olatz maneja la carretilla elevadora y prepara pedidos con mucha habilidad.

Para Olatz, la rutina también tiene sus desafíos. “Preparo los pedidos pequeños de España que van directamente a las tiendas. Y luego les ayudo a preparar los de Francia”, cuenta. Sus compañeros coinciden en que su papel es fundamental. “Es nuestra salvavidas”, afirman al unísono. Siempre está lista para ayudar.

Aunque al principio dudaba de sus capacidades, hoy maneja la carretilla elevadora y prepara pedidos con una destreza que nadie discute. Y es que su trayectoria es un ejemplo de adaptación y polivalencia. “Me decían que aprendiera a usar la carretilla, la pistola de códigos de barras, el ordenador… Siempre respondía: ‘Eso sí que no’, ‘Ni loca’. Pero aquí estoy, manejando todo eso”, dice riendo. “Al final ha terminado haciendo de todo y lo hace bien”, asegura Manolo. Olatz, como Félix, también disfruta de que “ningún día es igual al anterior”. “El trabajo es el mismo, pero los pedidos son diferentes, y eso me gusta”, explica.

Un equipo unido por el compañerismo

La planta de logística de Astigarraga Kit Line no solo prepara pedidos; asegura que cada producto llegue a su destino en perfectas condiciones. “Este puesto engancha. Es estresante, pero muy gratificante”, asegura Manolo, convencido de que deja el departamento en buenas manos. Cada uno de sus integrantes aporta algo único: la experiencia y sabiduría de Manolo, la organización y pasión de Félix, la ilusión y juventud de Attola, y la versatilidad y entrega de Olatz.

Hoy, los caballetes fabricados en Azpeitia (Gipuzkoa) viajan a Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Portugal, Holanda, Grecia, Chequia, Eslovaquia… y hasta Estados Unidos. Detrás de cada envío, hay un equipo que no solo trabaja, sino que pone el corazón en lo que hace. La historia de Manolo, Félix, Attola y Olatz es un reflejo de cómo, en una empresa, el verdadero valor radica en las personas. Y aunque los caballetes puedan parecer un producto sencillo, el trabajo que hay detrás es complejo, humano y, sobre todo, emocionante.